domingo, 6 de noviembre de 2011

El despertar de la ciudad durante la edad media

Las necesidades de la defensa contra las amenazas de mundo exterior llevaron al mundo medieval europeo a desarrollar economías de mayor dinámica, mejores líneas de comunicación, rutas comerciales más seguras, centros de abastecimiento alternativos, actividades de producción de elementos militares y civiles, nuevas formas de artesanía, nuevos métodos más eficientes de trabajo, etc. Situaciones que redundaron en una mayor dinámica y complejidad urbanas, en un aumento de la población de las ciudades y de su centralizada respecto del territorio. Cooperó a esta “vivificación” de lo urbano, la evolución de la situación política general, en la que las estructuras de poder de los reinos comenzaban a constituir territorios unitarios claramente definidos por fronteras, encontraron en las ciudades mejores puntos de apoyo que en las poblaciones dispersas.
La cuidad de la alta edad media, sin embargo, no apareció sino hasta el siglo XI y no se desarrollo propiamente sino hasta los siglos XII y XIII. Se generó como contra parte de la sociedad feudal agraria por el desarrollo de grupos específicos de comerciantes y artesanos.
El desenvolvimiento del comercio y la industria tuvo como consecuencia el cambio de la composición de la sociedad medieval, apareció una nueva categoría de persona entre el siervo sometido y el señor feudal: fue el ciudadano o burgués que no solo se dedicaba al comercio o la producción, sino que prestaba organizaba y desarrollaba la serie de servicios que estas actividades demandaban para mejor funcionar, armadores de bancos, alarifes, cuidadores de caballos, albañiles, etc. fueron apareciendo hasta constituir una abigarrada serie de oficios y profesiones estrictamente urbanos que hacen a una ciudad.
Las ciudades comenzaron a atraer cada vez a un número mayor de personas del medio rural, en la medida en que no solo ofrecieron seguridad y trabajo, sino una liberación de la servidumbre del campo.
El desarrollo de la burguesía urbana significó un conflicto con el orden feudal, que, sin embargo, no tuvo una connotación política, consistió simplemente en una búsqueda de un nuevo estado de equilibrio que permitiese las franquicias necesarias, estado se alcanzo rápidamente cuando la aristocracia percibió que los beneficios del nuevo sistema podían ser superiores a los del antiguo.
La ciudad medieval constituyó un área de libertades en medio del mundo rural, siendo percibida como un lugar más democrático y liberal que este. Al mismo tiempo fueron cayendo poco apoco en desuso los derechos señoriales siendo sustituido por tributos pagados por los ciudadanos por el goce de servicios comunitarios, servicios de gobierno y servicios de defensa.
Paralela mente a este fenómeno de desarrollo de libertades urbanas y de constitución de derechos y obligaciones ciudadanas, se fue dando su sanción jurídica por medio del establecimiento de franquicias, fueros, cartas pueblas, etc. Y por la constitución de instrucciones de bien público, capaces de administrar los bienes entendidos como de comunidad, estos constituidos por calles, plazas, murallas, edificios públicos, etc. se había constituido por la suma de cesiones de partes de la propiedad personal que los privados habían venido haciendo, justamente para permitirse el goce de esta propiedad. Este es el origen de los vienes comunes de uso público y los sistemas de contribuciones voluntarias para atender a su mejoramiento y manutención y a las obras comunitarias excepcionales. En la medida que estas contribuciones se sistematizaron, se hicieron regulares y orientaron al bien común futuro la ciudad llegó a alcanzar una personería que le fue propia y permanente, que comenzó a ser percibida como independiente de los ciudadanos de un determinado tiempo y se constituye en un carácter nuevo de lo urbano. Apareció así el concepto de comuna.
El desarrollo de las ciudades y de los derechos de los ciudadanos trajo consigo, además. De una serie de cambios en el concepto de ley que se había tenido durante el régimen feudal. No se trataba ya de un conjunto de obligaciones personales con el señor feudal, sino de una serie de normas generales de común aplicación, más severas y especificas por la necesidad de mantener una disciplina más estricta tanto dentro de la ciudad y un orden dentro de la vida diaria más regular.
Como se ve, se volvía al concepto de ley que había existido durante el imperio romano, pero esta ley lejos de emanar de un poder central o ser impuesta por él a las ciudades, se originaba en el ejercicio de libertades, emanaba de la praxis y tenía por objeto la independencia de acción.
En algunos lugares la urbanización fue fomentada por las aristocracias locales que cobraron por el uso de la tierra bien localizada a los comerciantes, por el uso de caminos bien tenidos a los viajeros y por la seguridad y colocación de su producción a los industriales y artesanos, dando lugar a la constitución de alianzas donde la nobleza llego a ocupar el lugar de una corporación mas en el conjunto social. En otros lugares en cambio, la urbanización fue resistida por los caballeros, dando lugar a las alianzas entre el pueblo y el poder del rey, siempre interesado en evitar un crecimiento peligroso del poder de la nobleza. Estas diferencias dieron lugar a los distintos matices de municipio o concepto de la administración del bien común que se encuentran en Europa.
Las nuevas circunstancias generadas determinaron un resurgimiento activo del comercio, que fue posible por la generación de excedentes agrícolas producto de mejoras introducidas en los cultivos, del crecimiento poblacional determinado por una relativa mayor abundancia y de la introducción de una serie de técnicas y descubrimientos traídos desde oriente, aportados por las cruzadas.
En este cambio cualitativo fueron determinantes los nuevos métodos de labranza, el abono de los campos y el riego agrícola, que permitieron ampliar la superficie arable en todo Europa. Como consecuencia, la población agraria paso rápidamente de un nivel de subsistencia a uno de producción expedientaría por el solo hecho desistir un incentivo comercial, produciéndose un cambio en su base económica, los campesinos dejaron de producir todo lo que necesitaban para producir solo aquello en lo que eran más eficientes, pasando a comprar en la ciudad con el dinero producto de la venta de sus excedentes, los productos artesanales e industriales que ya no confeccionaban. Esto echó a andar la máquina del progreso y produjo, en un fenómeno muy interactivo, el desarrollo de las ciudades y del campo. En un par de siglos la población europea creció hasta niveles que fueron comparables con los del siglo XIX y a pesar del terrible embate de la peste negra sobre la población de las ciudades no perdió su dinámica
La realidad urbana medieval se visualiza mejor en un esquema que muestra en un eje temporal, los momentos que se pueden distinguir en la evolución de la ciudad medieval, en relación con los hechos históricos más importantes.

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